Capitalismo Amarillo

La Verdolaga enmascarada del ambulante…

Por:  Alfonso  Hernández  Hdez.
Cronista y Hojalatero Social

En la ciudad de México, al igual que en  muchas otras de la canica terrícola, predomina la diversidad y la contradicción, la convivencia de los extremos conjugando lo tradicional con la modernidad, y la oferta del comercio privado con la del callejero.

Con esto de repartir la riqueza nacional, la Constitución le dejó al populacho: la agricultura de temporal, las artesanías locales, y el pequeño comercio. Y desde 1917, legislaturas van y diputadetes vienen, bien preocupados, nada más, por mantener una partidocracia de alto pedorraje.

Al patrimonio histórico y monumental de la ciudad, se suma el patrimonio vivo de la vendimia ambulante, con actores urbanos convertidos en verdaderos personajes, cuyas biografías inéditas forman parte de un tianguis cultural, que escandaliza e incomoda a esos pocos que tienen salario patronal y seguridad social.

A los Canacos y Concanacos, ya se les olvidó cuando sus abuelos andaban de nacos vendiendo en abonos de puerta en puerta. Y al tal Ebrad, no le resultaron exitosas sus plazas Maruchan.

Las tiendas de conveniencia siguen acabando con los estanquillos. Y las cadenas transnacionales siguen acaparando la venta a crédito y con dinero plástico.

Preocupa que México parezca  China libre, con tantas chinaderas chafas. Y que los únicos que están compitiendo con esta ofensiva mercantil sean los vendedores callejeros, vagoneros, tiangueros, y tepiteños. Porque al gobierno tan solo le preocupa la prosperidad de los negocios afines a sus intereses empresariales.

La corsetería china tiene larvas que incuban en la piel, también alacian los vellos, y a los pezones los dejan como tostones. Mucha de la barbacoa que se consume en la ciudad, no es de borrego, sino que es carne de canguro. Las tostadas ya no son de pata de res sino de pito de toro. A los sonideros callejeros, se la Pérez Prado todos los DJ´s de los antros.

A los condones de Disneylandia, con la figura de Mickey Mousse, por lo menos se les inflan la orejitas. Mientras que los del Dr. Simi tienen convenio de fabricación con los biberones Evenflo.

Los mercados públicos están agonizando. El gobierno no asume el mandato constitucional de procurar el abasto popular. Los mercados sobre ruedas se niegan a desaparecer. Y el ambulantaje sigue rifándosela construyendo realidades que compiten con la macroeconomía oficial.

En este escenario mercantil, Tepito es un barrio globalizado, con marca propia, y con una gran experiencia de sobrevivencia urbana. Pues no solamente forma parte de la cuna histórica de la ciudad, sino que también funciona como barrio-bisagra del Centro Histórico.

Mientras tanto, la economía informal ya se convirtió en una cultura expresada en otra forma de ciudadanía y de soberanía, pues aglutina un capital social circulante que no necesita ser redimido por ningún pinche banco tranza.

A falta de empleo, la piratería se ha convertido en el tesoro de los pobres, pero, también sirve como amortiguador social, fomentado por la sociedad del espectáculo, para que el pueblo se vaya convirtiendo en público consumidor de sus eventos con ídolos de plastilina, con playas artificiales y pistas de hielo con amoniaco.

Ante esta envergadura estructural, a los polacos les viene guanga la crisis, pues pareciera que cagan el dinero para sus viajes, sus viejas, sus joyas, sus lujos, sus juanes, y sus adoloridos juanetes; que no les permiten picar, licar, y calificar, que a México ya lo convirtieron en el Tepito del mundo.

Para dejar de hacernos majes, y quitarnos el piojo de la ignorancia, debemos reconocer que Tepito es uno de los epicentros de esta ciudad caótica. Y que la barriada interactúa funcionalmente de manera inversamente proporcional a los procesos arruinadores de la economía popular.

O sea que, contrariamente a la teología de la prosperidad empresarial mocha o pentecostal, el ambulantaje ya se convirtió en la fábrica de dinero y felicidad más bendecida y globalizada del mundo, valga la redundancia.

Aunque a muchos les incomoda y  molesta la creciente vendimia callejera. A casi nadie le preocupa toparse en las calles con tantos pendejos con prisa, caminando o manejando como orates.

Las cámaras de video de la “economía de la vigilancia”, combatirá todo lo que se mueva fuera de su control. Por eso, esta crisis, es una de tantas para quienes siempre hemos estado en crisis. Las fábricas ya no existen, porque ahora el trabajo está en todas partes, donde haya modo de chambear por la derecha, sin exponerse a ser carne de presidio, ni hacerle al narcomenudeo.

El ambulantaje es un engranaje con muchas externalidades positivas, cuya dinámica y creatividad debieran ser aprovechadas empresarialmente. Además de que, la economía informal es la única que realmente combate a la economía criminal, cuyo fordismo delincuencial sigue sembrando santuarios de impunidad.

El capitalismo amarillo puede ser un aforismo, una metáfora, una mentada de madre, una similitud global, o hasta puede ser un sistema alter-nativo local. En el que lo que menos importa es el color, sino el funcionamiento de un nuevo capitalismo que genera riqueza en las calles, donde los tradifas (o sea: los trabajadores directos de la brica social) se autoemplean para chambear y talonearle duro hasta que se hace oscuro. Y que conste que, trabajo hay, pero, mal pagado ó está considerado ilegal; por quienes manejan la economía y las leyes a su antojo y conveniencia. 

Chéquense la web: www.capitalismoamarillo.net



Los tradifas de Tepito


Alfonso Hernández  Hernández
Cronista  y  Hojalatero  Social

Desde siempre, quienes ejercen un oficio en este barrio, se identifican como tradifas, o sea: trabajadores directos de la fábrica social. A veces quietos como un resorte y siempre listos cómo un cerillo. Trabajando duro hasta que se hace oscuro. En busca del camarón o persiguiendo al chivo para comer. Pues si Dios hizo el alimento y el Diablo el condimento, hay que chambear para merecer.

La envidia que le tienen a Tepito es porque funciona como la fábrica e dinero y felicidad más productiva de México. Y aunque a los majes les cobre muy caro el impuesto a la ingenuidad, el tianguis tepiteño se mantiene como un centro de abasto de mercaderías y de servicios capaces de regular el mercado de precios en la ciudad.

Como barrio excedente del Centro Histórico, Tepito se excedió en el gasto improductivo, incondicional, puro, simbólico, y libre; generando una amenaza para el sistema de la economía de mercado. Y al entrar en contradicciones con las formulaciones de la economía convencional, completándola y aportándole lo que le falta, entró en conflicto con la economía dominante.

Si algo tiene el obstinado Tepito, son los triunfos derivados de la ingeniosidad del tepiteño, al hacer de sus desventajas algo mucho más allá de una sobrevivencia digna. Donde el barrio es un tesoro propio, que funciona estructuralmente como la redención contra los procesos arruinadores que genera el gobierno y sus comparsas.

Si el fordismo delincuencial ha convertido a las calles en la escuela más cabrona que hay, donde el que quiere aprender a ser cabrón, termina ejerciendo de hijo de la chingada, sin que nadie pague su colegiatura ni lo examine. En contraparte, el imaginario del vecindario ha hecho de sus calles una fábrica social donde se aprende a usar las baisas y el cerebelo, vendiendo y moviendo el dinero mejor que nadie, ante colas de compradores que no forman parte del consumismo transnacional.

La economía informal del ambulantaje está compitiendo con la economía criminal del lumpenaje. Ambas economías con valores funcionales que crean nuevas identidades y otras lógicas de la sobrevivencia urbana; pues trastocan acuerdos sociales básicos: esto que soy, es lo único que puedo ser, lo llevan diciendo varias generaciones.

Se achicó el umbral de lo que se vale y lo que no se vale. Haciendo surgir una resistencia generadora de sentido cuyo proceso comunitario interactúa rizomáticamente en el territorio, la ideología, la organización, el mercado, y la estructura.

Siendo el comercio informal un dinamizador del mercado interno, con sus propios nichos de producción y comercialización, es el único que está compitiendo contra los productos asiáticos. Pues la crisis laboral que padecemos es resultado de la pérdida del conocimiento productivo y de la ideología para controlar los mercados.

Cuando Jota Izquierdo visitó las tiendas departamentales del centro de la ciudad, se percató de que están repletas de chinaderas. Y luego de su primer Safari en el tianguis de Tepito, se alucinó con el amarillo de sus manteados. Y creo que de allí surgió su proyecto del capitalismo amarillo.

Si la fábrica ya no existe, es porque el trabajo está en todas partes. Si la cárcel ya no funciona, es porque el secuestro y el confinamiento están por doquier. Y si el capital está controlado por el valor del tipo de cambio especulativo, entonces estamos jodidos. Pues la elusión de las fronteras entre lo formal y lo informal, entre lo legítimo y lo ilegítimo, son una condicionante que moldea la relación entre delito y mercado, privilegiando la economía de la vigilancia.

Desde la perspectiva de la sociología de la desviación, la imperialidad pirata es la mercadotecnia de la base de la pirámide. En consecuencia, la piratería se ha convertido en el tesoro de los pobres. Sin embargo, los ganones son los que la usan como amortiguador social, fomentando el consumo de productos pirateados, al servicio de la sociedad del espectáculo, para que el pueblo se convierta en público consumidor.

Esto es lo que va marcando la distancia entre la élite y los socialmente en desventaja, cuya tensión va determinando los comportamientos tipificados cómo ilegítimos. A mayor carencia relativa más intensa es la presión a dedicarse al capitalismo amarillo, por no tener medios legítimos para la adquisición de riqueza y progreso.

El gobierno usa el Ángel de la Independencia, como el emblema de la ciudad. Y la banda usa a Tepito como el símbolo de la raza que se la rifa en las calles donde si no hubiera capitalismo amarillo habría pura pistola.


Ante el crecimiento de los delitos de los débiles y los poderosos, es cuando las maquinarias políticas florecen en los periodos de crisis, permitiendo que el delito callejero y los crímenes de la élite sean evaluados en el marco de la actual situación económica, caracterizada por el libre comercio y el achicamiento del mercado laboral. Total, si no les gusta ni conviniera el capitalismo amarillo, pues que le cambien de color a los billetes…. 


Tepito y el Tianguis Global




Geografía e historia, lugar y circunstancia, son motivos no solo para repasar la historia de Tepito, sino también para recuperar su futuro barrial. Y para lograrlo no se necesita un discurso ni una utopía, sino una idea con objetivos concretos.



Aunque en Tepito la cultura se defiende sola, el tianguis está siendo vulnerado por la falta de conciencia de clase gremial. Muchos, en lugar de informarse y luchar para trabajar, sobreviven de milagro. Por eso, algunos dirigentes piojos dicen: –Que ya que hay que irle buscando por otro lado, porque aquí ya bailó…! Y los que están servicio de la Delegación, cuando los miran, se agachan, se retuercen y se muerden el rebozo.


Si perdemos nuestra cultura barrial, con sus propias formas de trabajo y vida, lo perderemos todo. Y como no hay historia sin emociones. Y como nada engrandece tanto las gestas de Tepito, como la suspicacia de los polacos. Ahora el barriochicuarote se ha convertido en un tremendo rizomachicuarote.


El chicuarote es una variedad de chile de poco consumo por ser muy corrioso. Y que al haber sido injertado con el nopal genealógico de Tepito, se está reproduciendo rizomáticamente en el adentro y el afuera del barrio.



El Tepipuente, el Corredor Turístico Catedral-Basílica, las Plazas Maruchan, el Reordenamiento del Perímetro “B”, la ruta del Trolebús, los conflictos intergremiales, el subdelegado territorial, Blanca Nieves, los Pitufos, Doña Porno, los Judas, los operativos, resguardar la zona económica, la protección civil de vecindario, esto y más compromete la agenda de trabajo del Consejo Representativo de Organizaciones del Barrio de Tepito.


Para que Tepito sobreviva siendo un viejo barrio prodigioso. Al que quieren empobrecer habiendo enriquecido a tantos. Y al que quieren desaparecer siendo tan conocido. Necesita mantener su alto comportamiento urbano como padre de muchas actitudes y madre de muchas expresiones culturales que después rolan por la ciudad y hasta por todo el país.

El gobierno usa al Ángel de la Independencia como emblema de la ciudad. También usa el Zócalo como centro de espectáculos, para que el pueblo se convierta en público consumidor de sus eventos globeros. Mientras que Tepito continúa siendo el símbolo de la barriada a la que se la Pérez Prado, pues siendo un barrio del ayer resuelve muchos de los problemas de hoy.




El tianguis global está cambiando los hábitos de consumo de los chilangos. Las tostadas de pata ahora son de pito de toro. La mitad de la barbacoa es de carne de kanguro. Los brasieres chinos a los pesones los hace tostones. La ciudad se llena de autos conducidos por pendejos con prisa. Las sopas Maruchan desplazaron a las sardinas. El consumo de refrescos de cola redujo la venta de raspados de anís. Los condones Disney tienen las orejitas de Mickey. Los consoladores con dos glandes son para practicarse el candado. Por tragar más carne que un león, las chavas-ozono, cada día tienen el hoyo más grande. Los licores ya no embriagan sino que intoxican. Los cigarros tienen alquitranes del aserrín. A los gay los mandan a la verde porque en la roja ya no hay camas. Los que no creen en dios, invocan al diablo, para agarrarlo de los cuernos y ponerlo a mamar. Los metrosexuales cuidan mas la ralla del pantalón que la de las nalgas. El que no bebe no es puma. Puebla es famosa por su camote, su mole, y sus mascadas. En la fiesta de los mercados, los machines hacen cola para bailar con los leandros. Los tepiteños chingones le siguen llevando la delantera a los tepiteros chingadores de la clientela. Doña Porno prostituye a su prole. Blanca Nieves atasca a su familia de calabaza. Al gobierno le sale más barato levantar muertos que perseguir delincuentes. Nadie quiere que Tepito vuelva ser semillero de campeones. Deja lana enviciar a los chavos hasta convertirlos en carne de presidio. Desde siempre el tianguis genera dinero bueno y malo. Mientras que para unos es una bendición la primera venta. Otros no se conforman mas que con chingar al cliente. Los más, corretean al chivo todo el día, hasta que llega la providencia. El gobierno consiguió que parezca crisis lo que fue otro saqueo nacional. Tepito es un engranaje económico contra los procesos arruinadores de la sociedad barrial. Todo Tepito es una modesta fábrica social que compite con la poderosa industria del crimen. Y todavía hay quienes piden que llueva un chingo, para que todos levanten sus puestos, y se acabe tanta envidia…

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Tragedia o Anomia Tepiteña

 Por: Alfonso Hernández H.

Cuando se tenga presente hasta qué punto Tepito, en cuanto barrio, acepta sus tabúes y recrea sus mitos, reciclando las aristas de su carisma y las asperezas de su estigma, entonces se descubrirá la traza heroica de su desorden fundacional como garante de su obstinada sobrevivencia.

La diversidad de aportes culturales que Tepito ha ido integrando a lo largo de su proceso histórico, muestran su capacidad de transfiguración y recreación barrial, reinterpretando, reactualizando y adaptando su entorno a la coexistencia con cada etapa de la ciudad. Pues para comprender bien una época no está de más enfocar la mirada sobre lo informal y el innegable ethos que este secreta, mirando todo aquello que está del otro lado de la ley, de la norma, o de la moral.

Por lo tanto, la perspectiva etimológica de la Anomia, contiene la a privativa, es decir, más allá o a pesar de la ley. Por lo cual, es innegable que el término Anomia esboza el hecho de que en todas las sociedades existe siempre una necesidad de desorden fecundo y de violencia fundadora de ideas motrices. Lo cual está ampliamente analizado y documentado por Michel Maffesoli, Walter Benjamín, y Vazke Tepeduzkleas.

En una barriada como Tepito, la vida se representa a través de un cuerpo social dicotomizado que privilegia el aspecto inferior del mundo, perceptible en un pensamiento cosmológico que ha sido forjado como una actitud macabrona y considerada como propia de tribus urbanas posmodernas, demonizadas en su haber, en su hacer, y en su forma de vivir cotidianamente el mundo social. Todo ello con el fin de justificar el establecimiento del bien a través de la violencia totalitaria.

Contrario a la tragedia urbana, la anomia tepiteña es la dinámica societal del barrio, la parte informal, el imponderable que se estructura en la maña, el arreglo, la astucia, en la negociación que empuja  al cambio social en los espacios de incertidumbre al producir una diseminación contra todo lo instituido formalmente.

El poder del barrio se calibra por su potencia contra el poder. Pues en nuestra sociedad los fenómenos informales no son más que la imagen espejo de las estructuras formales que permiten a los actores anómicos accionar los amortiguadores o los mecanismos de compensación intrínsecos en esta metrópoli. De esta manera, la anomia es la actitud que permite, justifica y legitima el establecimiento de reglas y normas propias e instaura la presencia de la fuerza barrial contra los poderes del bien: llámeseles el Estado y el control que se quiere imponer a través de las instituciones políticas, económicas, de justicia, en suma, todas aquellas que están vinculadas a lo instituido por la modernidad. Por lo tanto, lo anómico se respira en el aire de las calles del barrio de Tepito, aunque no todos conozcan las raíces de su aroma.

La pobreza urbana y sus modos
de supervivencia alternativa

A pesar del alto índice de sociabilidad del barrio, definido en cada grado de identidad, pertenencia, complicidad, solidaridad y compadrazgo; la estructura anómica de su acción barrial está considerada como un comportamiento maligno y fuera de la norma, que merece ser erradicado por el bien de la ciudad. Pues la concepción equivocada de la anomia urbana ha justificado los más impactantes colonialismos modernos, sean económicos, políticos o culturales. Pues no falta quien califique como desajuste social muchas de las formas de trabajo, vida, y comportamiento barrial que perviven en Tepito.

Las sociedades latinoamericanas se juzgan por el mal comportamiento económico de sus gobiernos, que han hecho de la crisis el mal de la actualidad. Pues la crisis continúa sirviendo para atemorizar, crear incertidumbres, y justificar una violencia totalitaria muy apegada a la estructura monopólica basada en una sola forma de comerciar e intercambiar.

Y tal como se sigue pregonando el alcance del paraíso consumista, por medio de las teorías de emancipación provenientes de la economía de mercado, la economía colonial se impuso en nombre de la gracia de Dios, después se estableció el sistema industrial para la gloria de la república y del estado-nación; para que finalmente en nombre de la emancipación de la economía de empresa y del sistema democrático se instituyera la economía especulativa del neoliberalismo.

La escala urbana que define una barriada, es la organización social definida por su arraigo, su identidad, y su cultura; que en algunos casos caracteriza a barrios con paradigma de apropiación que, por ser tan poderoso, se reconoce por el impacto en su entorno. Es por ello que a muchos les preocupa el origen de Tepito y el destino de los tepiteños. Y como parece que el destino de Tepito es que nadie crea en su destino, habrá barrio para otro chico rato.

Desde la perspectiva de la economía del placer de intercambio, del codeo emocional, y de la acumulación de la inversión. Con frecuencia se escucha decir que aquellos que son pobres representan la parte maldita del proyecto produccionista y prometeico de Occidente. Pues ante todo, los pobres no tienen el espíritu de trabajo y la vocación que se necesita para progresar. Ya que tienen más preferencia por el ocio que por el trabajo arduo, por la fiesta más que por la disciplina laboral, por el gasto más que por el ahorro y la inversión.

En el extremo opuesto, de esta lógica prometeica donde se habla en nombre de la perfección y el paraíso, existen teorías económicas que han empezado a tomar más en serio la llamada dinámica de la economía informal, es decir, la dinámica que hace el llamado al “arreglárselas como sea”, de la economía familiar, de la solidaridad económica, y de todos esos sistemas de intercambio que rompen y rodean las leyes económicas neoliberales.

La barriada ha aprendido a consolidar y ejercer su propia lógica para el intercambio de bienes y servicios, considerada por algunos como maligna para la salud de la economía de mercado. Por lo tanto, barrios como Tepito han elaborado un verdadero código financiero de prácticas alternativas, cuya multiplicidad de astucias han permitido alejar al vecindario de una explotación mayor que la que se practica en los oficios y talleres familiares. Lo que hace de la economía informal una economía alternativa en constante renacimiento, cuya causa y efecto contienen un dinamismo barrial innegable; cuya forma de resistencia y estrategias subterráneas hacen predominar la matriz cultural de su núcleo rizomático.

Devaluación del mundo de los
objetos por la mercancía importada

La estructura barrial de Tepito no está determinada por la disposición ingeniosa de sus calles, ni mucho menos por la de su vecindario. Su clave secreta radica en cada sujeto de la experiencia pensante, dicente y actuante. Por ser Tepito un barrio con trayectoria antropológica, la violencia tan anunciada en los medios de comunicación masiva pierde su efecto en la realidad cotidiana. Donde reina la ñeréz y la comunión con las cosas y con las gentes que conforman una sinergia entre el hábitat social y el entorno urbano. Contrariando las demandas presupuestales para fumigar o exterminar a la barriada.

El supuesto rescate de Tepito conlleva la estrategia de enajenar a este obstinado barrio, hasta hacerlo susceptible de inversiones especulativas disfrazadas de filantropía inmobiliaria. De lo cual da cuenta la plusvalía que generará la inversión millonaria del proyecto social en Jesús Carranza 33 con salida al 40 de Tenochtitlan. Ante todo esto, la vigencia cultural de este barrio, y la trascendencia urbana de Tepito, se manifiesta en que continúa funcionando como un barrio-bisagra con el Centro Histórico, articulando encuentros y desencuentros con los principales entes e ínsulas comerciales donde florece el capitalismo del negocio desarrollado.

En la Historia económica de la ciudad de México, Tepito representa un burgo barrial donde su vecindario y tianguis han desarrollado una cadena de distribución de bienes y servicios que genera capital social, y que inclusive favorece y regula el mercado de precios populares. Contrariando la estrategia política y monopólica de los grandes negocios urbanos con franquicias internacionales.

De los 38 Mercados públicos, en las 34 colonias de la Delegación Cuauhtémoc, cuatro mercados están en Tepito y tres en La Lagunilla. O sea que, desde el 14 de octubre de 1957 en que fueron inaugurados, estos siete marcados llevan 50 años patentizando la vigencia de una zona económica tradicionalmente de consumo popular. Cuyo capital social circulante no necesita ser redimido por ningún banco, ya que este comercio continúa estando al alcance de todos los bolsillos y presupuestos familiares.

Por lo tanto, no solamente hay que analizar y juzgar a la economía informal como destructora, sino observar cómo se ha encajonado esta forma de comercio al ámbito de lo ilícito y lo clandestino. Y sin negar los perjuicios a la estructura formal económica, es importante no desdeñar la capacidad de proposición y astucia con que se manifiesta y desaprovecha el potencial creativo de quienes ejercen un oficio en la economía informal.

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